lunes, 28 de noviembre de 2011

Amores cómodos


Siempre me ha generado curiosidad el cómo la gente pasa sus depresiones, cómo sale del hoyo, cómo pasa del "marica, ando depre chama" a otro estado de felicidad.

Lo cierto es que hay tantas formas de salir de la depresión como hay gente en la calle. Cada cabeza es un mundo, pues. Hay quiénes se refugian en Dios, quienes encuentran un nuevo hobby, quienes compran una mascota, quienes buscan parejas online, en fin, de todo y para todos.

Y aunque no pretendo juzgar a nadie ni tampoco decir "Cómo salir de una depresión en 10 sencillos pasos", sí podríamos evaluar cómo hace cada quién, que por lo general se refugia en un amor que le resulte cómodo que sea algo así como unidireccional, porque sencillamente preferimos no salir heridos de nuevo, y bueno, siempre estará dentro de nuestra zona de comfort.

Renovaste tu Fe y ahora crees en Dios, te acercaste más a tus papás porque son los únicos que te van a querer sin que hagas esfuerzo alguno (seas un matón, un malandro o un boy scout), compraste una mascotita que siempre te meneará la colita o te verá con ojos de cariño cuando el resto de la gente cree que eres gordita y feíta. En fin, creo que el amor de Dios (para quienes crean) el amor de Padre y el amor de una mascota son los 3 amores incondicionales puros que uno podría encontrar en la vida.

¿Es mejor o peor? No lo sé, pero con los amores incondicionales la tenemos fácil. Con el resto del mundo debemos comunicarnos, responsabilizarnos de nuestros actos, cultivar relaciones y esto toma tiempo, esfuerzo, y recursos que se ponen en riesgo.

En mi opinión, no hay nada más satisfactorio que tener un mejor amigo/amiga con el que has invertido tiempo, dinero, esfuerzo y sentimientos pero cuya respuesta y apoyo jamás será igual a la de tu mamá o a la de tu gato. Tener una pareja a quién hablarle cuando llegas cansado y pasaste un mal día sin miedo a que te critique (como tus papás), que te de una palabra de aliento (como nunca podrá hacerlo una mascota), y que te de esa palabra de aliento de inmediato (no como Dios, que se toma su tiempo).

Dará miedo hacer amigos, buscar pareja, pero les juro que vale demasiado la pena tener a alguien que no lleva tu sangre y aún así te entienda, te apoye y crea en ti. Creo que en Venezuela la amistad es como un capital, y nada podrá compararse con tus amigos venezolanos.

lunes, 15 de agosto de 2011

Ai can toc guachinton tu


Ojalá este post estuviese patrocinado por el famoso curso online por la que el título es famoso, pero no.

Haré un par de consideraciones desordenadas, subjetivas y aleatorias que he pensado en estos últimos meses en Venezuela, sobre la gente que estudia inglés, la que quiere hablar inglés, y al que ni le importa hablar inglés aun sabiendo que lo necesita.

1. ¿Cómo a estas alturas del partido aún uno se tropieza con altos gerentes jóvenes, personas con buenos cargos en la empresa privada, ONGs y administración pública cuyo manejo del inglés es CERO? No es que "no eres gringo", es que te estás quedando en el aparato mijita.

2. Escuché de una universidad pública venezolana -es en serio- que pretende eliminar el inglés de su Pensum. Esto, es sencillamente un fraude. Pidan que les devuelvan sus reales porque esa Universidad en la que estudia, es peor que la Patricio Lumumba en Moscú (que ya es bastante decir).

3. ¿Hiciste 20 niveles en el CVA, club de conversación en el British, 40 niveles del Loscher y 2 años en Idiomas Ruge y aún NO HABLAS inglés? Olvídate del tango, es culpa única y exclusivamente tuya. Si crees que eres "muy bruto para los idiomas" pues seguramente lo seas. También eres rolo e' flojo.

4. "No tengo real para un curso". Mamita, más expuestos al inglés no podemos estar: música, internet y televisión en inglés. No seas cara e' tabla y aprende solita.

5. Si aún no tienes ni siquiera un manejo instrumental (ergo, que leas un texto y entiendas) del inglés, pues te estás perdiendo del 70% del conocimiento en el mundo. Es como si no supieras leer o escribir.

Seguiremos espichando.

lunes, 1 de agosto de 2011

Hazte un favor: vive solo


Si con 26 años pudiese “aconsejar” a alguien sobre algo que no es mi problema–y de gratis-, le diría: aprende a vivir solo o sola. Pasa trabajo solito, por muy poco atractivo que suene.

Vive solo. Creo que viviendo solo, sola, solito, íngrimo (que no es lo mismo que aislarse) es la forma de aprender a ser responsable, de no culpar a nadie porque no hay agua fría en la nevera sino asumir tu barranco, de llegar a la hora que quieras sin ladillar a más nadie, y finalmente (tratar de) tomar riendas de la vida de uno. “Adultarse” pues, con las libertades de la soltería, que si te jodes por ahí, sufres tú y no le jorobas la paciencia a más nadie, que si te enfermas, googleas y te automedicas, que si no hay ropa limpia, es tu culpa, de más nadie. Sí, esta es la parte en donde aprendes a ser irresponsable también y a notar la diferencia.

Hazte un favor: vive solo, resuelve solo y deja de achacarle tus problemas al resto de la humanidad, como si todos estuviesen en la obligación de “ayudarte” porque eres madre soltera, porque eres “pobrecita”, porque no tuviste las oportunidades que tuvo el resto –las oportunidades se las hace uno solito, por cierto-, porque no tuviste mamá, papá o hermanos que te quisieran, porque “te mereces” que te ayuden, porque “eres mujer”, y miles de etcéteras. Te tengo noticias: la humanidad entera no tiene la culpa, el trabajo sigue siendo la forma de superación más (im) popular en el mundo, y Michael Jackson se murió. Move on!

Poco a poco la gente ha dejado de agotar el recurso de resolver por sí mismo y luego, si no puede resolver, fastidiar al resto. Poco a poco la gente ladilla más preguntando cosas que puede googlear y ver soliiiiito como por ejemplo, cómo hacer carpetas CADIVI, cómo hacer una transferencia bancaria, cómo pedir la cita para el pasaporte, cómo comprar por Amazon,.com cómo hacer un jugo de mango o cómo localizar la oficina del SAIME en Parque Miranda. Googlea, que lo que Google no sabe, Twitter te lo dice.

Ah! Y si puedes, vive solo en otra ciudad, o hasta en otro país. Haz caso.

viernes, 17 de junio de 2011

Amor en tiempos de Twitter


Ya Datanálisis en tweets de Luis Vicente León, lo dijo clarito: "En Venezuela hay paridad entre población de hombres y de mujeres. Asi que el que tenga más de un@ fuñe a otr@". Tukiti.

Entonces, resulta que a cada mortal venezolano le toca su media naranja, su cuartico de majarete, su pedazo de bisteck. Muy bien hasta aquí. Muy esperanzador el mensaje.

Sin embargo, las serias encuestadoras aún no se han percatado de cómo se maneja el amor moderno: esos dos que se conocieron por twitter, tenían amigos en común por Facebook, par de compañeros en común en LikedIn. O también, están los chamos que se conocieron en un partido político o en una marcha, o en una charla de mequieroir.com

Lo cierto, es que vale la pena preguntarse si el amor moderno sólo puede decretarse por las formas que adquiere: Nos mandamos mensajitos por Twitter, nos taggeamos en Facebook, nos pusimos "In a relationship".

Más bien creo que el "amor moderno" adquiere la forma de: "¿te has hecho una prueba de ETS recientemente?", "convivamos un tiempo antes de saber si podemos vivir casados bajo un mismo techo", o como los gringos y canadienses: "vivamos juntos para compartir gastos", un "¿estarías dispuest@ a mudarte de país conmigo o estar a distancia?". O cualquier otra pregunta por el estilo que ya no se me ocurren.

Tal vez, en Venezuela somos más conservadores de lo que creemos. Conozco hombres que esperan a una mujer que murió -más o menos- en el siglo XIX y que esperan que les detalle cada paso que dan o que están por dar. Conozco mujeres que esperan a un hombre que -capaz- no ha nacido todavía.

Welcome to the 21st century: Ya EEUU tiene un presidente negro y los gays se están casando.

viernes, 10 de junio de 2011

El venezolano que se fue, el que se quiere ir y el que se queda


Basta darse un paseíto por Caracas o el interior para darse cuenta de que aquí conviven por lo menos 4 ó 5 venezuelas distintas.

Sin embargo, aquí sólo hablaré de la venezuela que conozco, la de mi círculo, la del profesional joven que quiere casa, carro, un buen trabajo y despegar profesionalmente.

Después de decenas de debates con mis amigos sobre el éxodo venezolano, sobre el emigrante de avión, llegué a una conclusión sobre los "tipos de venezolano" que se puede encontrar uno por ahí:

1. El que se fue: debo confesar que yo tenía una imagen muy negativa del venezolano que se iba. Imagen que cambió 180 grados después de haber vivido fuera y conocer venezolanos maravillosos, que me corroboraron que somos cálidos, que nos gusta ayudar al otro, y a los que uno puede decirle "ya vengo, voy a hacer pipí" sin que te vea raro como esa gente del primer mundo que sólo dice "permiso".

No serán todos, pero hablo desde mi experiencia, y pasar un diciembre con familias venezolanas, me recordó la clase de gente que somos.

Sin embargo, en esta categoría también entra el que tiene un par de años afuera y se convenció de la noche a la mañana de que en Venezuela solo habitan indígenas, que no saben nada del mainstream, no conocen el iPad, y que aún vivimos de la caza, la pesca y la recolección.

2. El que quiere irse: (inserte quejas diarias, despotricar del gobierno y del país) Vive quejándose por todo -con razones válidas- y dice que quiere "irse a donde sea" -donde sea que hablen español porque le da ladilla hablar otro idioma-. Un porcentaje muy bajo, ha averiguado realmente cómo irse, cómo obtener una carta de residencia, o piensa que "una oportunidad" le va a caer del cielo -como si Steve Jobs viniese a Caracas a hacerle una oferta de trabajo, con visado incluído-.

3. El que se queda: En esta categoría entra el que no puede irse o el que sencillamente cree que un mejor país es posible, y se queda luchando por ello.

También entre el que quiere irse y el que se queda, está el que despotrica del país pero por comodidad se queda, porque en el fondo sabe que afuera no tendrá carro (porque la gasolina no está subsidiada), no tendrá cachifa -porque cuestan un realero-, o no podrá ir a la peluquería dos veces por semana porque queda arruinada, porque tendrá que pagar una factura altísima de electricidad y agua, o porque tendrá que "pasar frío" y "allá no hay playa" (al menos en otros países, no debe haber tiroteos en las playas, digo yo).


Lo cierto es que nadie tiene derecho a criticar al que se va en búsqueda de más estabilidad y un país en donde no te maten por un blackberry, ni al que se queda creyendo en un mejor país. Creo que a los venezolanos nos gusta encontrar razones para dividirnos y criticarnos unos a otros. Ya dije ya.

sábado, 21 de mayo de 2011

10 consejos que me dio mi abuelo


Según un calendario que encontré por ahí, el 29 de Mayo -hoy- se celebra el Día del Adulto Mayor en Venezuela, otro eufemismo como "la tercera edad", "la edad de oro" (como dicen los canadienses francófonos), o como dice la señora que cuida al mío: El Aguelo.

De verdad que mi abuelito, no es que sea un superhéroe, pero junto con mi abuela levantó a 7 hijos que fueron todos a la universidad. Tiene 89 años pero aún se le ve el tatuaje de las iniciales del nombre de mi abuelita. Él mismo recuerda que su primer trabajo fue levantando sacos y así fue, leyendo que jode, culturizándose él solito, y desmostrando compromiso para llegar a ser Juez de Distrito, sin tener ni título de bachiller. De verdad que si algo tiene mi Aguelo, es que le ha echado bastante pichón a la vida y es el hombre más brillante que conozco, y al que profeso más admiración. De ahí que me haya enseñado muchas cosas para la vida diaria que podría enumerar en 10 consejos:

1. Un hombre que no tiene cicatrices no ha vivido. Revise al caballero con el que anda, que si no tiene cicatrices en la piel, de caídas, golpes, accidentes, seguro le falta mucho por vivir.

2. Estás viejo cuando empiezas a guardar peroles y papeles inservibles. A un viejo le encanta guardar pendejadas.

3. Lea, lea, lea todo lo que pueda. Lea, y siga leyendo.

4. Salga siempre de punta en blanco, no sabe con quién se pueda encontrar en la calle.

5. Estudie en una buena universidad, no tanto por la educación que va a recibir sino por la gente que va a conocer y con la que se va a codear. (Gracias abuelito)

6. Coma a sus horas.

7. Escuche música. La música es la forma que consiguió Dios para comunicarse con el hombre.

8. Nunca se está muy viejo para bailar. Aún con 89 añitos, echa un pie de vez en cuando.

9. No fume, que cuando esté viejo como yo, se va a arrepentir.

10. No le joda la vida a los demás, que los únicos que lo van a querer a usted así los joda todo el tiempo, son sus papás. El resto de la humanidad no tiene por qué quererlo de gratis.

Stigmazuela - Parte II


Las segundas partes nunca fueron buenas, y esta no es la excepción. Les relataré mi aventura en la Oficina de Extranjería venezolana, a.k.a. SAIME, en donde ser asiático sale mejor que ser venezolano.

Me encuentro en una de las oficinas del SAIME ubicadas en el interior del país para renovar mi pasaporte venezolano. Ya he leído en Twitter las alabanzas a este Sistema, por considerarlo "moderno" y "avanzado", pero lo cierto es que mi experiencia me dice que es cualquier cosa menos "moderna" y "avanzada".

Llego una media hora antes de la cita y me recibe una recepcionista con bigote de helado de mantecado. No es chiste, la señorita degustaba un helado de mantecado en horas de trabajo y se le había hecho un bigote digno de cuña de Parmalat con el que recibía a la gente. Así, se seca las manos en el pantalón y me pide mis papeles y me aclara que me hacen falta requisitos que NO estaban en la web del SAIME, por lo que debo dirigirme a sacarlos en ese momento y regresar luego, y perder mi lugar en la cola. "Y eso que antes pedíamos la partida de nacimiento" como si yo le hubiese preguntado a la Sra. Bigotes de Pastelado, o como para que yo le diera gracias a Dios porque ahora no piden la Partida de Nacimiento.

Cuento unas 20 personas en cola, y bueno, 12 eran asiáticos -deduzco chinos- que no hablaban español. Segurísimo que tienen tienen todo el derecho a ser venezolanos y a portar nuestra cédula como venezolanos y nuestro pasaporte -sin pasar por home y pagar 500-, así mismito como usted y yo, sin siquiera saber decir "coño, qué arrechera" cuando se molestan, o sin haber probado el helado de Ron con Pasas o saber que a qué sabe el fororo, la cebada o para qué se usa la Maizina Americana.

No conforme con que era la Invasión Sensacional versión chinita, varios de estos asiáticos (los que deduzco hablaban español) tenían TODA la confianza del mundo con el resto de los funcionarios del SAIME, tanto así que estaban en los cubículos sentados con ellos, no como usuarios, sino como "panitas" que van con frecuencia, y que podían ver el monitor de los funcionarios y que hasta subían por unas escaleras que daban no sé adonde y a las que los usuarios normales y corrientes no teníamos acceso. Me gustaría estar exagerando todo esto, pero no. Es la verdad.

Cuando, por fin paso y después de un impasse con otras personas que se querían colear, me van a tomar la foto (deduzco, la peor de todos mis 25 años dada la calentura que cargaba) me dice el funcionario: "¿Estás bravita?" (respiré produndo) Pobrecito, no sabía que en efecto, sí le iba a responder lo que me peguntó y lo que no me preguntó también.

Toda la impresión que tuve ese día es que me salía mejor ser asiática que ser venezolana. Y miren que a mi me encanta el sentido de la moda de las Surcoreanas, y me gusta el sushi y el arroz chino con lumpias. No tengo nada en contra de los asiáticos porque ya me resigné al hecho de que conquistaron el mundo, pero sí es un soberano abuso que usted y yo, que le dejamos al gobierno 12% de cada compra que hacemos, que pagamos ISRL y que tenemos un barril a 100 USD, y que no sólo queremos lucrarnos de una quincalla sino hacer de Venezuela un mejor país, porque nos duele y nos importa, nos merecemos un trato 100 veces mejor. Llévatelo.

domingo, 15 de mayo de 2011

Guía para entender al hijo único


¿Tiene usted que lidiar a diario con una hija o hijo único? Aquí la guía -puramente subjetiva, sin fundamento y parcializada- para tratar de entendernos y querernos:

1. No somos egoístas, solamente estamos acostumbrados a no compartir nuestras cosas con nadie. Lo mío es mío, anda tú y cómprate tus cosas.

2. No es que hablemos solos, es que aún después de grandes, tenemos amiguitos imaginarios con quienes conversamos con cierta frecuencia para afianzarles nuestro punto de vista sobre la vida -además nos escuchan callaítos-. Nuestros amigos imaginarios han crecido a la par nuestra y están más enterados de nuestras vidas que los amigos de carne y hueso -obvio-.

3. No es que seamos "autosuficientes", simplemente somos independientes. Raramente pedimos ayuda a otro para hacer nuestras cosas. Entiendan: siempre tuvimos que ingeniárnosla para resolver las cosas por nuestra cuenta. Pero también nos gusta ayudar a los demás a resolverles la vida. Qué curioso chico.

4. Si nos ponemos exigentes, es porque siempre fuimos el centro de atención de nuestra casa y nuestros papás. Con suerte, ya grandecitos, el mundo nos hizo entender que no somos el centro del universo. Y este "egoncentrismo" no es exclusividad del hijo único. Conozco a más de uno (hijo mayor, menor o del medio) con este síndrome. No nos vengan con cuentos.

5. Amigo, amiga, usted que está casado (a) /empatado (a) con un hijo o hija única: Mucho cuidado con su cumpleaños. Nuestro natalicio debe resaltar con luces en todo el calendario.

6. No es que seamos posesivos con nuestros amigos, es que nuestros amigos son como los hermanos que nunca tuvimos y no queremos que nadie nos lo quite. Bueno sí, un poco posesivos la verdad sea dicha.

7. Hacemos lo que queremos hacer. Punto.

8. El hijo único viene en combo con sus papás, a sabiendas de que no comparte esa responsabilidad con más nadie. A veces nos volvemos papás de nuestros papás, y si nos dan muchas alas, nos volvemos jefes en la casa: decidimos cuándo se viaja, cuándo no, para dónde, llevamos al médico a nuestros papás cuando no quieren ir, elegimos el modelo de carro nuevo que se va a comprar, etc.

9. Por lo general, tenemos un corazón grande e infantil en donde cabe un montón de gente. Si algo no nos faltó fue amor y atención en nuestros hogares, y no concebimos las cosas de otra forma, para nuestra absoluta suerte :)

Y con este post no pretendo ni agrandarnos ni victimizarnos, sino explicar la forma de ser del hijo único desde la experiencia de mis amigos hijos únicos y la experiencia de ésta que está aquí uniqueando.

domingo, 1 de mayo de 2011

Léeme ahí las cartas


Siempre los recuerdos de mi niñez me llevan a el momento cuando me vestía para ir al colegio, prendía el televisor y siempre, siempre había alguien echando las cartas. Creo que esta tendencia mañanera, se mantuvo en la televisión venezolana por un buen tiempo. Miren de verdaíta, una conocida esperaba ver a Alfonso León para ver qué color recomendaba para los Géminis, y así se vestía para ir al trabajo. Sus conversaciones mañaneras, giraban en torno a lo que el tipo del tarot decía o dejaba de decir.

O en mi familia, era costumbre que apenas llegaba el periódico del domingo, todas corrían a leerse el horóscopo en Todo en Domingo o en Estampas. Pero bueno, leer el horóscopo es como un placer culposo, ver cómo te irá en el trabajo esta semana o ver si el tipo con el que sales por fin te va a parar más, y así te refugias en generalidades como las siguientes:

- Leo: ¿Estás en pareja? Tu pareja experimentará cambios de ánimo producto del trabajo. ¿Estás soltero? Buena semana para coquetear. (bueno, de cajón, al menos que estés empatada con un generador de risas para programas de TV, seguro que tu pareja tendrá cambios de humor)

Lo cierto es que he descubierto con el pasar del tiempo que mis amigas (y algunos amigos) recurren con mucha frecuencia a "consultarse". A leerse las cartas. A ver qué les depara el futuro. Otros a leerse otras cosas: la borra del café, la vela, el cereal, la pintura de labios, y otros elementos. Más aún, amigos del mundo de la política que a veces "se consultan" para ver qué decisión tomar. Ojo, no juzgo a nadie, y en eso del mundo del tarot, hay brujas que la pegan con lo que dicen.

Por eso, siempre he pensado que para sentarte a que te "lean" el futuro, hay que tener pelotas u ovarios y prepararte para escuchar lo que quieres y lo que no. No es nada fácil que vengan a decirte que te vas a quedar sin trabajo si te estás tripeando en el que estás. O que te digan que ese novio a quien tanto quieres, te va a dejar por otra. O que te digan que aunque estés planeando irte a Francia, te irás a Canadá. O que te digan que tu tío favorito se va a morir pronto. Confieso, que estos dos últimos casos, me pasaron a mí, la primera -y única- vez que me atreví a consultarme el tarot hace un par de años.

¿Se perdió la emoción del qué pasará? ¿Se perdió la confianza en sí mismo para saber cuándo andas en buen camino? ¿Necesita uno realmente escuchar de una "señora de las cartas" un: "tu esposo ya no te quiere" si el tipo actúa raro? ¿Necesita uno escuchar de la "señora" un: "Ay, estás gastando pólvora en zamuro" si el tipo con el que sales poco te llama o no te busca para compartir contigo y sigues ahí gastando energías? ¿Necesita uno escuchar: "tienes riesgo de padecer del azúcar" si la señora te está viendo que estás gordita? ¿Necesitas escuchar un "tienes problemas en el trabajo" para constatar que tu trabajo no te hace feliz -como ya sabías-?

No lo creo. Que no se pierda la bonita costumbre de esperar, del "ver qué pasa", y de ser sorprendidos por la vida.

viernes, 29 de abril de 2011

No vengas tu con tu "seamos amigos"

originalmente publicado en: www.novengastu.com

Estoy segura de que muchos de ustedes –al menos una vez- han pasado por ese incómodo y triste momento en el que la otra o el otro, terminan una relación en la que usted estaba felizmente enamorado o involucrado. “No veo que esto vaya a ninguna parte”, “No estoy seguro”, “Ya todo cambió”, y un sinfín de lugares comunes que han sido de uso casi exclusivo de las rupturas para disfrazar el “ya no te quiero” o el “no me gustas tanto” –en el mejor de los casos-.

Sanseacabó. C’est fini. The End.

Acto seguido, pues para llenar los incómodos silencios, surge el “creo que debemos ser amigos”. Así. Así como un premio de consolación. Como que llegaste de segundo y en vez de llevarte la copa que dice “campeón” te dieron una medallita que dice “mejores amigos”. Como si estuvieses en el colegio y en el “cuadro de honor” arrancaron tu foto, y después la volvieron a pegar con chicle.

Debo confesar que esta actitud nunca la he entendido. ¿Por qué pedir amistad? La amistad no se pide como en Facebook, la amistad surge. Y surge solita, sin que nadie la llame ni la pida. Y no, no sucede a los 5 minutos posteriores de una ruptura, ni al día siguiente, ni a la semana. Surge después de que cada cual ha sanado sus heridas. Podrán pasar meses y hasta años para que los dos “ex” se conviertan en panitas del alma.

Pero al grano. No vengas tú que esa es una actitud muy cómoda – y a veces hasta egoísta-, porque así “como amigos” sigues teniendo lo mejor del otro después de que le rompiste el corazoncito. Porque así sigues teniéndolo en tu vida con las cosas más valiosas, con su inteligencia y su sentido del humor. Porque el “seamos amigos” es querer cambiarlo todo para que nada cambie.

No vengas tú, que los amigos se hacen en la universidad, en un club, en una fiesta, no entre sábanas, ni entre amor.

jueves, 21 de abril de 2011

El morbo de la reunión en Venezuela


He concluido con el pasar de los años y mi experiencia laboral –ufff, cualquiera cae que tengo 50 años trabajando-, que convocar a una reunión debe generar, en algún nivel del subconsciente del venezolano, algo de morbo. Es que no logro entender que con tantos avances tecnológicos de este siglo, la gente siga reuniéndose físicamente con todo lo que ello implica, para –con suerte- llegar a algún acuerdo.

Es entonces como uno observa que pasa lo siguiente:

Convocan a una reunión a las 9:00 am, a sabiendas de que NADIE se va a aparecer a esa hora. Empezarán a llegar los convocados entre las 9:30 y las 10:00 am. Y no se haga ilusiones, los que llegan primero, empezarán a hablar sobre la cola que agarraron para llegar, el desayuno, los niños y el colegio y un sinfín de tópicos que clasificaremos en este post como “misceláneos”. La reunión empezará aún más tarde de lo previsto, pero bueno, eso es “normal”.

Arranca la reunión, y las carpetas o agenda que todos tienen en mano, serán de completa inutilidad. ¿Para qué hablar de los temas que están en una hoja, si se pueden dejar para después? Lo urgente SIEMPRE reemplazará a lo importante. Sin embargo lo urgente, tampoco es tan urgente así. Convocarán otra reunión para terminar de discutir lo “urgente” de la primera reunión.

¿Por qué seguimos convocando reuniones entonces? Porque da una sensación de responsabilidad el haber asistido. Porque crees que “cumples con tu trabajo” porque asististe. Porque es una buena oportunidad para usar taller y zapatos de tacón alto. Porque es el chance que hay para demostrarle a todos tus colegas que puedes opinar de todo y sabes de todo en todo momento. Porque puedes figurar. Porque aprovechas de “jalarle” al jefe –en público- buscando el bono que te prometió. Porque aprovechas para usar la reunión como buzón de sugerencias y reclamos.

¿No es más fácil enviar un email? ¿No es más fácil hablar puntualmente por teléfono? ¿No es más práctico limitar la reunión a una hora más o menos? ¿No es más práctico reunirte directamente con tu jefe para decirle lo que tengas que decirle? Pareciera que no. Mientras tanto, sigamos lidiando con esta (in) cultura laboral, que no es de todos, pero de suficiente gente como para que nos cueste bastante hacer cambios reales. Mientras nos reunimos, el mundo sigue girando y todo sigue pasando.

miércoles, 13 de abril de 2011

¿Cuánto hay pa' eso?


Para ninguno de ustedes es secreto que vivimos en un país (Venezuela) con los valores invertidos. Aquí el que menos tiene, aparenta más. El más vivo, es el mejor. El que tiene más mujeres fuera del matrimonio, es más mashio que Fernando Colunga.

Pero mi queja de hoy viene con el "cuánto hay pa' eso" que es la frase que le sigue a cualquier respuesta que le haga un funcionario público, como pa' ve cuánto le saca a usted. Destaquemos, que es un funcionario que ya devenga un salario que viene de los impuestos suyos. Es decir, tiene que pagarle doble por un trabajo que a ese funcionario le corresponde hacer. No basta con calarse que la mujer se lime las uñas o ande pegada al celular en lugar de atenderlo, no basta con calarse el "ay, el muchacho que atiende no está. Tiene el niño enfermo" -como si el hijo de Pepito fuese problema suyo-. No, además tiene que darle "pal jugo y pal cachito". Válgame Dios.

Lo cierto es que ojalá el "cuánto hay pa' eso" se aplicara a otras áreas en las que sí es pertinente el uso del "cuánto hay pa' eso". El más claro ejemplo es de los honorarios profesionales. En Venezuela, muy poca gente tiene noción de que el conocimiento de algo cuesta dinero. Y así, el más perfecto desconocido viene a pedirle a usted una "consultica" cuando usted es consultor, es decir, que vive de responderle preguntas a los que quieren una "consulta".

O es que los hombres le piden un "rapidito" gratiñan a las prostitutas, o un "golpecito" a un boxeador, o un "tactico" al urólogo. ¿No verdad? Entonces ¿por qué se guindan a echarle el cuento de los años que el esposo de su prima pasó trabajando y no le pagaron su liquidación, a un abogado "pa' ver qué le aconseja"? Entonces él sí es capaz de pagarle a un Fiscal pa' que levante el choque de forma tal que el seguro se lo cubre, pero no es capaz de pagarle sus honorarios a un abogado o al diseñador gráfico que le hizo las tarjetas de presentación. No me jo.

Hace poco entré al bisnes de la consultoría y alguien -medio conocido- me pidió información que me ha costado 2 años investigar para poder montar mi taguara. Me la pidió "de pana y todo". ¿Cómo es que lo demás le ponen precio a tu trabajo? Porque además si les dices que NO, hasta te echan mal de ojos, "porque eres mala gente".

Andate, que si yo sé algo que tú no sabes hacer, no puedes hacer o tienes flojera de hacer, debes pagarme en cash.

lunes, 14 de marzo de 2011

País de residencia: Stigmazuela

Sugiero que antes de que empieces a leer, si eres mi mamá, mi abuelito (tan bello), algún familiar, si eres nacionalista venezolano intolerante, si eres mi novio o estás en proceso de serlo (o te gustaría serlo algún día) no leas esto (podrías decepcionarte).

Si me conoces desde hace algún tiempo, bien debes saber que me quejo de todo, pero últimamente me he quejado sin parar de mi pasaporte venezolano. Sí. Ese librito vinotinto que solo sirve para salir de Maiquetía y que me ha puesto a pensar varias cosas. Y especialmente el día de hoy sucedió algo que resumiría así:

Llego a inmigración Canadá (venía de Estados Unidos). Todo bien. Luego de mostrar mi pasaporte el viejo cabeza de chola oficial que me atiende me dice –todo en francés claro- y con cara de pocos amigos:

“Ah, ¿y qué carajo vienes a hacer a Canadá?”

Yo: No es peo tuyo Estoy en Montréal estudiando francés

Él: “Ah ¿y de dónde eres?”

Yo: “Bueno ¿coño no sabes leer? de Venezuela y me arrecho cuando me preguntan de Chávez porsia

Él: “¿Y cómo es que tienes un pasaporte Boliviano?”

Yo: ¿De dónde carrizo sacas que soy boliviana coño? ¿Disculpe, cómo que boliviana? (en mi dulce francés)

Él: Aquí leo en tu pasaporte “República Bolivariana”

Yo: CDLM si jodes!!! No soy boliviana, soy Venezolana además soy muy bonita para ser otra latina que no sea venezolana coño cómo se te ocurre.

Él: Ah, ok. Pasa pues coño para que dejes la ladilla.

Esos minutos me llevaron a reflexionar sobre nuestro pasaporte y su completa y absoluta inutilidad en este siglo. ¿O es que no te acuerdas de que tus papás tenían visas de por vida? No puede ser chico que vivamos en un país tan rico y tan lleno de talentos y que tengamos un pasaporte más inútil que una moto con puertas. Que seas estigmatizado en Barajas o en Houston porque tienes el bendito librito vinotinto que grita sudaca latina. Que necesitemos visa de trabajo para trabajar en Bogotá, cuando hace 30 años ellos se volvían locos por irse a Venezuela. Y no, yo estoy muy orgullosa de mi nacionalidad, pero me arrecha incomoda un poco que nuestro gobierno no haga esfuerzos para que seamos bienvenidos en otros países, y por el contrario cada día nos pidan más y más visas y con suerte nos las den.

Amo mi país, antes de que se te ocurra insultarme y decirme apátrida ¿oíste? porque coño segurito que a ti también te gustaría tener tu Green Card