lunes, 14 de marzo de 2011

País de residencia: Stigmazuela

Sugiero que antes de que empieces a leer, si eres mi mamá, mi abuelito (tan bello), algún familiar, si eres nacionalista venezolano intolerante, si eres mi novio o estás en proceso de serlo (o te gustaría serlo algún día) no leas esto (podrías decepcionarte).

Si me conoces desde hace algún tiempo, bien debes saber que me quejo de todo, pero últimamente me he quejado sin parar de mi pasaporte venezolano. Sí. Ese librito vinotinto que solo sirve para salir de Maiquetía y que me ha puesto a pensar varias cosas. Y especialmente el día de hoy sucedió algo que resumiría así:

Llego a inmigración Canadá (venía de Estados Unidos). Todo bien. Luego de mostrar mi pasaporte el viejo cabeza de chola oficial que me atiende me dice –todo en francés claro- y con cara de pocos amigos:

“Ah, ¿y qué carajo vienes a hacer a Canadá?”

Yo: No es peo tuyo Estoy en Montréal estudiando francés

Él: “Ah ¿y de dónde eres?”

Yo: “Bueno ¿coño no sabes leer? de Venezuela y me arrecho cuando me preguntan de Chávez porsia

Él: “¿Y cómo es que tienes un pasaporte Boliviano?”

Yo: ¿De dónde carrizo sacas que soy boliviana coño? ¿Disculpe, cómo que boliviana? (en mi dulce francés)

Él: Aquí leo en tu pasaporte “República Bolivariana”

Yo: CDLM si jodes!!! No soy boliviana, soy Venezolana además soy muy bonita para ser otra latina que no sea venezolana coño cómo se te ocurre.

Él: Ah, ok. Pasa pues coño para que dejes la ladilla.

Esos minutos me llevaron a reflexionar sobre nuestro pasaporte y su completa y absoluta inutilidad en este siglo. ¿O es que no te acuerdas de que tus papás tenían visas de por vida? No puede ser chico que vivamos en un país tan rico y tan lleno de talentos y que tengamos un pasaporte más inútil que una moto con puertas. Que seas estigmatizado en Barajas o en Houston porque tienes el bendito librito vinotinto que grita sudaca latina. Que necesitemos visa de trabajo para trabajar en Bogotá, cuando hace 30 años ellos se volvían locos por irse a Venezuela. Y no, yo estoy muy orgullosa de mi nacionalidad, pero me arrecha incomoda un poco que nuestro gobierno no haga esfuerzos para que seamos bienvenidos en otros países, y por el contrario cada día nos pidan más y más visas y con suerte nos las den.

Amo mi país, antes de que se te ocurra insultarme y decirme apátrida ¿oíste? porque coño segurito que a ti también te gustaría tener tu Green Card

sábado, 5 de marzo de 2011

Decisiones estúpidas

Mira, no estaba muerta, estaba de parranda. O al menos eso quiero pensar. Lo cierto es que viendo mi serie favorita How I Met Your Mother -que si no la has visto, la recomiendo- me vino una idea a la cabeza. Pero primero te voy a explicar en qué consistió dicho capítulo.

Ted, el protagonista, anda por la vida buscando a la mujer perfecta para casarse y tener hijos y formar un hogar. El caballero en cuestión anda con un marco, buscando la pintura que mejor le quede en lugar de comprar la pintura completa -métafora que me encanta usar para todos aquellos que andan con un check list bajo el brazo buscando a su media naranja-.

Lo cierto es que luego de ir a las segundas nupcias de su mamá, Ted se da cuenta de que encontrar a la mujer perfecta no estaba en sus manos, pero tener una casa en donde criar a sus futuros hijos, sí lo estaba. Así que en medio de todo, decide comprar una casa, que por cierto se estaba cayendo a pedazos. Un rancho, como decimos en Venezuela.

Entre un pensamiento y otro, Ted se cuestionaba si había sido o no una buena decisión haber comprado la casa, hasta llegar a la conclusión de que había sido una decisión estúpida.

Y es que fíjense, podemos tener una vida plena y exitosa, sin nada más que pedir. Pero siempre una decisión estúpida, pesará más que mil decisiones acertadas. No sé en qué va eso, pero sí sé que es verdad.

Cuando terminaste una relación, cuando renunciaste a un trabajo para irte a otro que resultó peor, cuando vendiste o compraste un apartamento, cuando te gastaste la quincena en una cartera, cuando decidiste mudarte de ciudad, cuando compraste algo compulsivamente, ¿No te cuestionaste una y otra vez (o te reprochaste) si era una decisión estúpida? Pues sí, déjame decirte que si ahora te estás arrepintiendo, definitivamente fue una decisión estúpida.

Lo que capaz no te ha cruzado por la frente, es que has tomado más decisiones estúpidas de las que crees. Sí, ni más ni menos. La diferencia, lo que realmente te hace un loser o un ganador, es lo que haces con esa estúpida decisión. Si no sacaramos provecho de nuestras malas decisiones, Marck Zuckerberg no habría inventado Facebook, y Steve Jobs probablemente estaría preguntándose si dejar la universidad fue o no, una buena idea.