Hoy fue el Día de la No Esclavitud para mí. Después de presentar un examen de 4 horas en un idioma que no es el mío, pues me dediqué a dejar de ser esclava de mis gustos.
Y sí, no seas cara dura que tu también eres esclavo de algo. De tu estilo de vestir, de tus gustos, de tu trabajo, de tu casa, de tus hijos, de los estudios, de tu esposo, de tu esposa, de tu novio o novia, de tus padres, de tus metas, de tu pelo, de la cirugía plástica, de la dieta, del gimnasio, o del Blackberry.
¿Cuándo fue la última vez que dejaste de esclavizarte por algo? Más que esclavos, diría que somos presos de la rutina, o hasta de hacer algo distinto todos los días, porque miren que eso de "vivir la vida" quita energías, eso de pensar qué hacer al día siguiente o ver qué cocino, o ver qué me pongo porque voy a salir con alguien. Todo eso quita energías y no digas que no.
Lo cierto, es que mal no está, de vez en cuando, dejar todo a un lado, y pensar, dormir, mirar al techo, y tomar alguna decisión irresponsablemente sabrosa, sin pensar en el qué dirán. Y ya vendrás tú de sabrosita o sabrosito a decir que no te importa lo que digan los demás, pero en el fondo sabes que sí. Somos esclavos de lo que queremos escuchar de los otros.
¿Sabes qué? Si los presos que están presos de verdad-verdaíta, detrás de unas rejas pues, hacen cosas maravillosas. ¿Por qué nosotros que andamos como Pedro por su casa en la calle, esclavos de a dónde tenemos que ir, no lo hacemos? Les dejo este video de lo que hacen estos presos en Filipinas.
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