jueves, 21 de abril de 2011

El morbo de la reunión en Venezuela


He concluido con el pasar de los años y mi experiencia laboral –ufff, cualquiera cae que tengo 50 años trabajando-, que convocar a una reunión debe generar, en algún nivel del subconsciente del venezolano, algo de morbo. Es que no logro entender que con tantos avances tecnológicos de este siglo, la gente siga reuniéndose físicamente con todo lo que ello implica, para –con suerte- llegar a algún acuerdo.

Es entonces como uno observa que pasa lo siguiente:

Convocan a una reunión a las 9:00 am, a sabiendas de que NADIE se va a aparecer a esa hora. Empezarán a llegar los convocados entre las 9:30 y las 10:00 am. Y no se haga ilusiones, los que llegan primero, empezarán a hablar sobre la cola que agarraron para llegar, el desayuno, los niños y el colegio y un sinfín de tópicos que clasificaremos en este post como “misceláneos”. La reunión empezará aún más tarde de lo previsto, pero bueno, eso es “normal”.

Arranca la reunión, y las carpetas o agenda que todos tienen en mano, serán de completa inutilidad. ¿Para qué hablar de los temas que están en una hoja, si se pueden dejar para después? Lo urgente SIEMPRE reemplazará a lo importante. Sin embargo lo urgente, tampoco es tan urgente así. Convocarán otra reunión para terminar de discutir lo “urgente” de la primera reunión.

¿Por qué seguimos convocando reuniones entonces? Porque da una sensación de responsabilidad el haber asistido. Porque crees que “cumples con tu trabajo” porque asististe. Porque es una buena oportunidad para usar taller y zapatos de tacón alto. Porque es el chance que hay para demostrarle a todos tus colegas que puedes opinar de todo y sabes de todo en todo momento. Porque puedes figurar. Porque aprovechas de “jalarle” al jefe –en público- buscando el bono que te prometió. Porque aprovechas para usar la reunión como buzón de sugerencias y reclamos.

¿No es más fácil enviar un email? ¿No es más fácil hablar puntualmente por teléfono? ¿No es más práctico limitar la reunión a una hora más o menos? ¿No es más práctico reunirte directamente con tu jefe para decirle lo que tengas que decirle? Pareciera que no. Mientras tanto, sigamos lidiando con esta (in) cultura laboral, que no es de todos, pero de suficiente gente como para que nos cueste bastante hacer cambios reales. Mientras nos reunimos, el mundo sigue girando y todo sigue pasando.

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